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Civilizaciones Americanas

 

 

Maya:

 

La civilización maya tuvo su origen hace 4.000 años en Mesoamérica (península de Yucatán, en México, y lo que hoy constituye los países centroamericanos: Guatemala, Honduras, El Salvador y norte de Nicaragua). Esta civilización fue una de las más altas del continente americano, muy rica en conocimientos varios como arquitectura, agronomía, medicina y matemáticas.

 

Su resistencia cultural nunca cesó, y es eso lo que les permite hoy seguir existiendo como pueblo autónomo, siendo mayoría étnica en algunos países, como Guatemala, u ocupando un alto porcentaje de la población, como en México.

En cuanto a su música, cabe resaltar que en la actualidad no se conoce mucho de lo producido en su momento de esplendor, porque ya no existe, y es que solo se sabe de cómo era por los instrumentos que se encuentran en los museos o por la información que se ha obtenido de murales o cerámica.

 

Entre los instrumentos musicales que se pueden mencionar están: las ocarinas, varios tipos de flautas, trompetas, tambores de parche sencillo y doble, los pitos, caramillos, cascabeles, raspadores, atabales, sonajas, el caracol de mar (relacionado con la fertilidad).

 

Entre estos elementos, se tiene conocimiento de algunos instrumentos, por ejemplo: la sonaja chortí, que es muy parecida a la que se menciona en el código de Dresde y que es decorada con perforaciones que forman el ideograma cósmico de cinco puntos, expresivo de su poder universal.

 

Según los instrumentos hallados se deduce que conocían el politonismo, la escala diatónica y el cromatismo.

A los cantores principales se les llamaba hol-pop, que eran los encargados de dirigir los coros, de enseñar la música, el canto y de dar el tono.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Azteca

 

 

Sus composiciones eran interpretadas en una cámara llamada Mixcoacalli; en ella intervenía un grupo de ejecutantes y cantantes llamado Cuya-Picque. Los principales instrumentos utilizados eran:

 

El Huéhuetl. Tambor construido con un tronco de árbol ahuecado, con ranuras en la parte inferior que dan forma a la base del instrumento y una piel de tigre tensada en la parte superior.

 

El Teponaztli. Tronco de árbol ahuecado dispuesto horizontalmente y con los extremos cerrados. En la parte superior lleva dos lengüetas formadas por angostas incisiones, que al ser golpeadas producen interesantes sonidos.

 

El Tlapitzalli. Toda una diversidad de flautas que producían sonidos muy agudos, similares a los que produce el piccolo occidental.

 

La Ocarina. Pequeño instrumento de aliento, construido con barro; tiene dos, tres, cuatro y hasta cinco orificios que producen de dos a quince sonidos diferentes. Para controlar su afinación, se le hacen dos orificios adicionales.

 

El Tzicahastrli. Raspador construido con un fémur humano, dotado de una serie de ranuras, que eran frotadas con una concha.

 

El Atecocolli. Caracol marino utilizado como instrumento de aliento. Con un corte en el vértice, se hace la boquilla; el sonido es producido por una fuerte emisión de aire que hace vibrar la punta de los labios.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Inca

 

La música inca cultivada mayormente durante su época de oro, cuando el florecimiento del Tahuantinsuyo, a la par con la danza, desempeñaba un papel importante en distintas ocasiones. Se sabe que había música amorosa, guerrera, fúnebre y agrícola.

 

La música inca se componía de 5 notas musicales, y no de 7 como la occidental.

 

Los incas contaron con varios instrumentos musicales de viento y percusión La mayoría de ellos estaban hechos de arcilla, hueso y/o madera; se pueden mencionar:

 

La quena y en pinkullo. Son flautas construidas con huesos humanos o de animal.

 

La antara. Es un instrumento de aliento construido con una serie de cañas de varios tamaños dispuestas en serie.

 

El fotuto. Caracol marino gigante con una boquilla en el vértice, utilizado como instrumento de aliento.

 

Tinya. Pequeño tambor que se construye templando pieles, ya sea de oveja, llama o venado. En uno de los parches, lleva templadas dos cuerdas para dar ajuste al sonido.

 

Wankar. Tambor de mayor tamaño al anterior. Dice una leyenda que se construía con pieles de enemigos derrotados.

 

Estudios realizados sobre este arte consideran que no toda la música inca era "pentafónica", (do, re, fa, sol, la), como lo señalaron en un principio los D’Harcourt. André Sas demostró que los Nazcas (mil años antes de los Incas) poseían antaras cromáticas, como se puede observar y constatar en los museos de Nazca, del Perú y del resto del mundo, además de investigaciones de distinguidos musicólogos.

 

La música era ritual en múltiples expresiones, manifestándose especialmente en la danza. Esta expresión artística era sumamente sentimental y melancólica.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Música de las etnias costarricenses

 

 

Cabécar

 

Todos los cantos sagrados son básicamente en lengua cabécar aún cuando pueden ser cantados en lengua bribri. El curandero (jawá) y alguna veces el sepulturero cantan estas canciones que corrientemente están en antiguo cabécar y no las entienden las masas. En efecto, el lenguaje cantado permite toda clase de libertades así como la posición de cierto vocabulario propio. 

 

Hay muchas danzas diferentes, unas relacionadas con ceremonias y otras que hacen por puro placer. Muchos de los cantos con que se acompañan las danzas están en un idioma incomprensible para los cantores. Hay dos métodos tradicionales de baile: en una línea o en un círculo. El tipo circular recibe el nombre de buLikLak, cuando hay tambores que acompañan a los que danzan aquellos permanecen fuera del círculo, los participantes levantan los brazos horizontalmente y se entrelazan. Un baile lineal llamado durét, se ejecuta con una fila de hombres: el busiki es con hombres y mujeres en la misma línea; buLtakuL es corrientemente una hilera de hombres, pero puede haber una de mujeres.

 

El juego de los diablitos de Boruca (Cagrúv rócj, en lengua brunka) es una festividad tradicional de la cultura boruca, pueblo indígena de Costa Rica, que se lleva a cabo entre el 30 de diciembre y el 2 de enero de cada año, en la comunidad de Boruca, y el primer fin de semana de febrero, en la localidad de Rey Curré, los dos principales asentamientos de indígenas borucas, ubicados en el cantón de Buenos Aires de Puntarenas. Esta celebración se caracteriza por danzas y juegos en las que toman parte personas con máscaras tradicionales borucas, que semejan diablos, representando a los indígenas borucas, y otra persona disfrazada como un toro, que representa a los conquistadores españoles. Su origen se remonta a la conquista de Costa Rica por los españoles, y se considera una de las principales festividades del pueblo boruca. La fiesta de los diablitos es la actividad cultural de mayor participación y entusiasmo entre los habitantes de Boruca y de otras comunidades indígenas bribris,cabécares y térrabas. En la actualidad, esta celebración acapara la atención de visitantes no indígenas del Valle Central, San Isidro del General, Buenos Aires y otros pueblos de la zona sur de Costa Rica. Junto con la elaboración de artesanías con técnicas tradicionales y la creencia en un personaje mítico llamado Cuasrán, el juego de los diablitos es uno de los tres elementos más significativos de la identidad boruca.

 

Además de los diablitos y del toro, hay participación de varios músicos que tocan la flauta, el tambor tradicional llamado cajón, la guitarra, el violín y el acordeón.

 

 

 

 

 

 

 

 

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